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Mostrando entradas de marzo, 2017

Ricky Rubio: Regreso a Nunca Jamás

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El baloncesto ha recuperado a Ricky Rubio.  Y, sobre todo, él se ha encontrado consigo mismo.  El de El Masnou    ha dinamitado su récord personal de anotación  en un partido, el de esta pasada madrugada, que no ha sido más que la culminación de un proceso que se comenzó a pergeñar a principios de esta temporada, maduró tras el All-Star (ese timo) y eclosionó en los últimos quince días. Ricky ha vuelto a donde lo dejó.  A sus primeros años en Minnesota y, todavía más lejos, a sus juegos en Badalona. Cuando todo no era más que baloncesto y diversión. Y crecer jugando. O jugar creciendo. La isla de las sirenas estaba enfangada y Garfio, avejentado y triste, añoraba aquellas batallas sin normas para sentirse joven otra vez. Y la estrella, segunda a la derecha, había dejado de titilar para señalar el camino.  Y  Ricky se hizo mayor antes de tiempo.   Y, junto a las malditas lesiones, perdió la ilusión del niño que llegó...

La Armonía de las Esferas

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Con Kawhi a la cabeza, desde Parker a Bryn Forbes, cada uno interpreta su partitura sin fisuras en un “affannato” global que desemboca en arte. El filósofo y matemático griego Pitágoras sostenía en su teoría “La Armonía de las Esferas” que el universo está gobernado según proporciones numéricas armoniosas y que el movimiento de los cuerpos celestes, en un universo geométrico, se rige por proporciones musicales. El maestro Popovich, como un viejo curtido en la escuela de Atenas, trabaja cada año en una ópera casi perfecta que desemboca en un playoff atronador con el público, casi siempre, puesto en pie. La exhibición de San Antonio ante los Cavaliers, actuales campeones, es sólo una parada más en el largo recorrido que, los “nuevos viejos Spurs”, dejan en su camino. Siempre el mismo desde hace cerca de veinte años. Los del Este sólo pudieron disfrutar de la música. Del girar armónico de los planetas alrededor de un balón que siempre acababa, accarezzévole , besando la red. El co...

Rajon Rondo y la tierra de Transilvania

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Algo sucedió en la cabeza de Rajon cuando dejó Boston. Y todavía sigue peleado con aquellos fantasmas. Drácula pierde parte de su magnetismo y poder cuando se aleja de su tierra natal . Es por ello que, para seducir a Mina y recuperar su amor eterno , viaja a Londres en un barco cargado con tierra extraída de las cercanías de su castillo. Se trata de darse un baño de barro de vez en cuando y mantener su aspecto lozano y jovial. Y su poder para controlar la tormenta, las bestias y los sentimientos de quien le mira. La NBA sabe mucho de jugadores que pierden su poder cuando se alejan de su tierra natal o, en este caso, su franquicia original. Como si un nexo cósmico los mantuviese atados a unos colores y perdiesen su esencia alejados de ellos. Kemp tenía poder en Seattle, Scottie en Chicago y Iverson en Philly. Fuera de su tierra hubo de todo, pero no conservaron su grandeza inicial. Rajon Rondo, caretos tétricos aparte, es el último Drácula en sumarse a este club. Deslumbr...

Curry necesita a Steph

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…Y el endeble Rick Jones se convertía en un tipo capaz de volar, con superfuerza y poseedor de una energía cósmica casi inigualable. El líder de los Warriors, que acaba de cumplir 29 primaveras, no ha vuelto a ser el mismo desde aquella lesión en la serie que el año pasado enfrentó a Golden State con los Blazers de Portland. Curry es un buen jugador. Un excelso tirador y casi un líder sobre la cancha. Un base capaz de cumplir con su trabajo y anotar lo suficiente. Sin estridencias ni grandes flashes. No, no piensen en Dell. Es el Curry actual que juega en Oakland. Esta temporada cumple pero, salvo contados destellos, no maravilla. El aficionado de los Warriors en particular y cualquiera en la NBA quiere más. Quiere ver a Steph. Al de la nave nodriza que vino a este lado del planeta para cambiar la manera de jugar al baloncesto. Aquella sonrisa. Esa forma de bailar sobre el parqué, como hipnotizando al rival. Y al público. El protector bucal a media asta y el brillo en ...

La sinfonía de Nowitzki

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Y la grada estalló. Y casi el mundo. Y el viejo Geschwindner, como siempre, mirando desde la distancia. Tarareando una canción en cada tiro libre. ¿Hasta dónde quieres llegar? La cara de Holger Geschwindner. La imagen de la noche. Esos ojos al borde de la lágrima mientras el tiempo se ha detenido a su alrededor, como en una película de los X-Men , para ver la gesta de su pupilo. Dirk Nowitzki ha hecho historia y Dallas , que ya se preparaba para ello, lo celebra con júbilo. 30.000 puntos. En el Olimpo de los más grandes. Sexto en anotación de todos los tiempos al lado de mitos como Jabbar, Karl Malone, Kobe Bryant, Michael Jordan y Wilt Chamberlain. Y Geshwindner anónimo, enfocado al lado de una cerveza en un vaso de plástico, conteniendo emociones. Llorando alegrías. El viejo capitán alemán se encontró a Dirk cuando no era más que un adolescente larguirucho que dudaba entre el balonmano que había llevado a su padre al deporte profesional o el baloncesto que su madre había recorrid...