Curry necesita a Steph
…Y el endeble Rick Jones se convertía en un tipo capaz de volar, con superfuerza y poseedor de una energía cósmica casi inigualable.
El líder de los Warriors, que acaba de cumplir 29 primaveras, no ha vuelto a ser el mismo desde aquella lesión en la serie que el año pasado enfrentó a Golden State con los Blazers de Portland.
Curry es un buen jugador. Un excelso tirador y casi un líder sobre la cancha. Un base capaz de cumplir con su trabajo y anotar lo suficiente. Sin estridencias ni grandes flashes. No, no piensen en Dell. Es el Curry actual que juega en Oakland. Esta temporada cumple pero, salvo contados destellos, no maravilla.
El aficionado de los Warriors en particular y cualquiera en la NBA quiere más. Quiere ver a Steph. Al de la nave nodriza que vino a este lado del planeta para cambiar la manera de jugar al baloncesto.
Aquella sonrisa. Esa forma de bailar sobre el parqué, como hipnotizando al rival. Y al público. El protector bucal a media asta y el brillo en los ojos del asesino más encantador. El “enfant terrible”, el “baby faced assassin”.
Ese era Steph. Un triple de 9 metros y vuelta antes de que el balón bese la red; un crossover de dibujos animados con el defensor buscando su cadera; una asistencia imposible; un bailecito en el banquillo disfrutando el espectáculo… Y esta temporada ha aparecido poco. A ráfagas. Como escondido. ¿O no?
Los que le idolatran argumentan que está esperando a que llegue el playoff para asestar sus golpes más certeros. Los pesimistas aseguran que ya no es el mismo, que ha perdido la chispa, que le ha abandonado el “mojo”.
La estadística dice que Stephen Curry ha bajado sus prestaciones en todas las facetas del juego desde la temporada pasada. La llegada de Kevin Durant a la bahía hacía prever esta posibilidad pero no es tanto su disminución en puntos por partido, ha pasado de 30’1 a 25, como su bajón en los porcentajes donde la diferencia se sitúa en más de cinco puntos. Del 45’4% de la pasada temporada al pingüe 39’3 de la actual. Es en este punto donde se nota que Curry está jugando más minutos que Steph al que sólo vimos fugazmente en un par de partidos de temporada regular. Curry lanza menos triples y anota menos que en la temporada pasada. Y roba menos balones y sus asistencias, a pesar de Durant, también han bajado aunque ligeramente. De 6’7 por encuentro en la 2015/2016 a 6’3 en la temporada actual.
El último partido de Golden State Warriors, ese que ganaron en un suspiro a Philadelphia, vimos a Steph. Sólo en el último cuarto y para rescatar a su equipo de la desidia. Y la zozobra. Y el, tal vez, "dejarsellevar" en el que se han instalado.
La herida, si existe, es más profunda que la ausencia de Kevin Durant. Es una plantilla descosida y con una profundidad de banquillo más que limitada. Y además Steph está poco. Demasiado poco.
En el universo fantástico de Marvel Rick Jones es un buen chaval. Vio el nacimiento de Hulk y fue compañero del gigante esmeralda en no pocas aventuras. Más tarde descubrió lo que la maravillosa cabeza de Stan Lee llamó “negabandas”, una suerte de brazaletes dorados que al entrechocar rescataban a un superhéroe de raza Kree, el Capitán Marvell, de un exilio en la zona negativa. Y el endeble Rick se convertía en un tipo capaz de volar, con superfuerza y poseedor de una energía cósmica casi inigualable.
Curry debe encontrar sus “negabandas” y rescatar a Steph de la zona negativa para volver a volar. Para restituir, nuevamente, el poder cósmico. Si le ven entrechocar unos brazaletes dorados en cualquier calentamiento, no se asusten. Está ensayando para el Playoff.

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