Mike D'Antoni y el condensador de fluzo

Mike D’Antoni ha metido a todos los Rockets en un Delorean y ha clonado, en 2017, a los míticos Suns de Steve Nash. “Forajidos de leyenda”.


Los viajes en el tiempo han consumido la imaginación de escritores, científicos y cineastas durante algo más de un siglo. El doctor Emmet Brown concluyó que, la mejor manera de desplazarse por la línea temporal era hacerlo a bordo de un flamante DeLorean DMC-12 del año 1981. Para que funcione necesitas plutonio enriquecido que siempre puedes robar a unos terroristas libios, o cualquier otro combustible que genere 1’21 “jigovatios” de potencia. Ah, y el “condensador de fluzo” que es, “lo que hace posible viajar en el tiempo”.



Houston. Año 2017. Los playoff de la NBA arrojan la posible primera evidencia de un viaje temporal: Transiciones rápidas. Ataques de 7 segundos o menos. Un base sobre el que todo gira y que ejecuta en la cancha lo que pasa por la cabeza del entrenador. Velocidad. Grandes abiertos y más triples que tiros de dos. Baloncesto de futuro. O de pasado.

Mike D’Antoni ha metido a todos los Rockets en un Delorean y ha clonado, en 2017, a los míticos Suns de Steve Nash. “Forajidos de leyenda”. La “quintaesencia” de ese juego está en Oakland y la puso en marcha Steve Kerr. A diferencia de aquellos Suns, estos Warrios ganan campeonatos.

Volvamos a Houston. El entrenador de estos Rockets supersónicos ha dado nuevamente con la tecla mágica. Atrás quedan sus fracasos en Nueva York o en L.A. cuando, otra vez con Nash pero sin ayuda, quiso reverdecer sus éxitos en el desierto de Arizona. Y ha llegado a Texas para casi conseguirlo. Porque no olviden que aquellos Suns de cuento nunca ganaron nada. Salvo el corazón de millones de aficionados. ¿Qué importa que te anoten 100 puntos si tú anotas 101? Y con esa filosofía se ha plantado en la casa de los cohetes. Y ha encontrado, salvando las distancias, a su Steve Nash particular sobre el que hacer orbitar todo su juego.

Harden es Steve Nash. Puede que defienda algo menos pero no es para tirar cohetes, valga la coincidencia. Anota más que el canadiense. Los demás son secundarios. Nene ejerce de Stoudemire. Ariza y Anderson podrían vestirse de Leandrinho y Raja Bell. O Shawn Marion. Y así hasta completar dos plantillas. En planos temporales diferentes. En mundos distintos. Con el mismo traje.

El primer partido de la eliminatoria que los Rockets disputaron hace un par de días frente a los poderosos Spurs evidencia todo lo bueno y malo de unos y otros. Houston, si acierta y corre, es letal. San Antonio necesita controlar. Desbordar con la cabeza y no con las piernas. Lamarcus no puede correr y no se ha dado cuenta. ¿Dónde está el 4 dominante de Portland? (¿otro del club de los de Transilvania?) Ni Manu. Ni Tony. Ni Pau. Y Kawhi corre mucho, pero no es Flash.

D’Antoni lo vio. Y Popovich. Y el primero se lanzó a la yugular para que el segundo no tuviese tiempo de pensar. Ni reacción. Paliza. Harden, nuestro Nash de 2017, orquestó una ventaja de +27 que dejó agotadas las piernas de los Spurs y muchas dudas en sus cabezas para una eliminatoria que, pese a todo, estará muy igualada.

Regreso a El Álamo. San Antonio será escenario del segundo encuentro. D’Antoni querrá poner a sus Rockets, otra vez, a 140 kilómetros por hora. Para saltar la línea temporal. Para regresar a 2006. Con plutonio o con un rayo que destroce, a las 22.04 exactas, la torre del reloj de Hillvalley. Con 1’21 “jigovatios” de potencia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Curry necesita a Steph

Madurar “In the Middle” ¿Qué fue de Monta Ellis?

Rajon Rondo y la tierra de Transilvania