Una vez le vi darle la mano a un niño. Era un amistoso España-Argentina. En Galicia. Los ojos del pequeño brillaron. Había decidido ponerse del lado de los visitantes únicamente para verle de cerca. Para comprobar sus pasos sobre el parqué. Para empezar a aprender a bailar el tango. La grada coreó su nombre. Y el antiguo Álamo de San Antonio lloró nostalgia para despedir, por si acaso, al bahiense eterno. Manu Ginóbili pudo haber bailado, frente a los todo poderosos Warriors, su último tango. Su último “eurostep” maestro. Su zurda de arrabal y baile besó la red, tal vez, en un último aliento glorioso. Como los héroes. Luchando, sabiendo que moriría, frente a un enemigo imbatible. Casi solitario. Como el tango . La serie entre San Antonio y Golden State, alrdes galácticos aparte, deja en la retina de la NBA la caída de Kawhi ( ese MVP silencioso ) y el último hálito de un héroe de leyenda. El 20 de San Antonio siempre tendrá sabor a mate, y acento del mar de Argentina. Y l...